Hoy comienzo una recopilación de una serie de poesías de mi autoría que, si bien es verdad que como obra literaria no tienen ningún valor, sí que lo tienen para mi corazón y mis afectos; y quiero empezar por la que le hice a mi hija Muriel cuando acabó la EGB.
No sabemos lo que nos deparará el destino en la vejez; si podremos ser conscientes de los afectos que tuvimos y de los que nos tuvieron los demás, por eso, quiero dejar constancia de que hubieron personas que estuvieron tan cerca de mi corazón que, hasta me atreví a dejar constancia de ello a través de unos versos que, repito, sin valor literario pero con un enorme valor sentimental.
A MURIEL
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Te
estoy mirando callada, silenciosa.
Te
veo sin mirarte, cuando naciste ayer.
¡
Cuantas noches en vela, cuantas horas de angustia¡
¡
Cuantos días felices de dulce amanecer¡
En
brazos amorosos las prolongadas siestas.
La
tímida sonrisa en tu boca chiquita, volvía a aparecer.
Y
durmiendo reias y soñando jugabas
Confiada
en los brazos que te hacían mecer
Pendiente
de ti, todos, las veinticuatro horas
protegiendo
tu vida como preciado don,
riendo
si reias, llorando si llorabas
entregada
a tu vida, sin tregua ni razón.
Ya
no quedan pañales que lavar con esmero,
Ni
canciones de cuna cantadas con amor.
El
tiempo se ha llevado ladrón y traicionero,
Lazos
de dependencia entre mi niña y yo.
Te
miro como ausente, callada, silenciosa.
Te
veo sin mirarte, cuando naciste ayer.
El
trocito de carne que nacía a la vida,
Es
mi Muriel de hoy, convertida en mujer?
Destino
que la aguardas,sé amable con ella.
Hazle
la vida fácil y nunca le hagas mal.
Haz
que su vida sea un camino de flores.
No
le dés sinsabores, dale felicidad
Ascensión
del Río. Barcelona,15 de Junio de 1990
1 comentario:
Han pasado muchos años desde que terminé EGB, pero me sigo emocionando como la primera vez cada vez que la leo. Gracias por darme la vida y enseñarme a vivirla. Te quiero.
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