domingo, 14 de abril de 2019

JORDI: MI GATO

La entrada de Jordi en nuestra vida fue totalmente casual, como todos los gatos callejeros que han compartido su vida con nosotras. Jordi ni siquiera iba destinado a mi.
Al distribuir la camada de una gata callejera entre varias amigas, este fue adjudicado a una amiga que en ese momento hacía arreglos en su vivienda y me pidió lo tuviese yo  por un corto tiempo. Tenía tres meses y era precioso. En casa  ya teníamos uno y fue muy bien  acogido por Indi. Cuando llegó el momento de entregarlo, ya nos había robado el corazón, ya no pudimos deshacernos de él.. Nos robó el corazón desde el primer instante. 
A las dos mese de su llegada a casa recogimos a otro gatito muy pequeño que alguien había abandonado y al que le pusimos por nombre Charly. Era muy pequeñito y cuando vio a Jordi decidió que sería su madre y en cuanto veía a Jordi echado se arrebujaba en su barriguita buscándole sus diminutas mamas y, allí, mamando nada, pero chupando incansable se pasaban las horas. Era de admirar cómo Jordi aceptó y asumió el papel de madre Y siempre, mantuvieron esa relación materno filial, hasta el final de Charly.
Jordi fue un gato como ya he dicho muy especial. Como todos los gatos que han pasado por casa, nunca se enfadó, nunca sacó las uñas le hicieses lo que le hicieses. Era independiente pero no escatimaba hacerte caricias y monerías, lo mismo a los de casa como a las visitas. Tenía curiosidad por lo que pasaba por las terrazas vecinas pero si oía mi silbido acudía presto. Ha sido el único gato que entendía y obedecía al silbido. Él sabía que significaba ven, y venía. A veces miraba de una forma que pensabas que te estaba leyendo el pensamiento. Mi amiga MJ decía que Jordi era una persona humana dentro del cuerpo de un gato. 
Jordi conoció a P. cuando ésta tenía seis meses y desde el primer instante en que se vieron surgió entre ellos un vínculo de cariño mutuo, una unión mental, pues de otra forma no se entiende que el día que Jordi se accidentó, P. a km de distancia presintiera que algo malo le había pasado a su gato y preguntaba a su madre: "mama a Xorri?, mama a Xorri"? Al día siguiente su madre nos llamó y le explicamos lo que había pasado. ¿cómo se puede dar una explicación a algo así? Dos semanas antes de la muerte de Jordi P. llorando decía a su madre: mamá no te enfades pero quiero pasar un fin de semana en casa de la tata yP. vino; tuvo a Jordi todo el tiempo en brazos llevándolo de un lado a otro, hablándole y él mirándola  atentamente, como si la entendiese. Dos semanas después , por una claudicación renal debido a sus 17 años, Jordi nos dejó.
El  tipo de vínculo que se creó entre ellos compartiendo juegos, juguetes y risas durante diez años escapa a nuestro entendimiento.
El sábado  6 de Abril Jordi se fue, nos dejó después de 17 años de alegrarnos la vida.  Llevo días intentando dejar por escrito unas palabras en su memoria pero me está costando ímprobos esfuerzos porque cuando pienso que debo hacerlo no siento ganas de ponerme a escribir, es como si me negara a admitir que Jordi no está; escribo dos líneas y me levanto y pienso: mañana lo haré. Sí, me resisto a escribir que mi cariñoso gato se ha ido, que ya no lo acariciaré más. Cada vez que entro a casa espero verlo sentado en el recibidor esperándome.
Jordi no fue sólo el gato de casa, fue el gato de todo aquel o aquella que llegó a conocerlo.
Querido Jordi, sé que siempre estarás aquí. Que ahora estás con Indi, Charly y Kis; como también sé y espero no equivocarme, que cuando yo me vaya, tal como lo hablamos varias veces, salgáis a recibirme. Un beso.

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