martes, 31 de mayo de 2016

AZUL DE MAR... DE MAR MEDITERRÁNEO



Siguiendo con la programación que de senderismo dominguero organiza el amigo Joaquín, el día 29 de mayo pusimos rumbo hacia Castelldefels. Formábamos el grupo:  Joaquín, Olimpia, Carmen y Sensi. Mari y Roki no pudieron venir. 
La noche antes había caído una buena cantidad de agua sobre Barcelona y claro, saltaron las alarmas por si teníamos que abortar la salida pero, no, los dioses fueron benévolos y el día amaneció sereno y sin nubes. Muy de mañanita para lidiar el menos tiempo posible con los ardientes rayos del sol, salimos en busca del Mediterráneo y sólo tardamos veinte minutos en contemplarlo. La idea era caminar un buen trecho descalzas sobre la orilla del mar, allí donde rompen y se diluyen las olas y seguir el litoral hasta las cercanías del aeropuerto del Prat. Lo intentamos, pero el agua estaba tan obsesivamente fría que decidimos seguir la caminata lejos del agua, sobre la arena a veces mojada por la marea de la noche, o seca, unos centímetros más arriba.
En mis viajes he podido contemplar diferentes mares; en unos países su color me ha parecido verde, en.otros de un azul tan oscuro que casi parecían gris metalizado, pero ese azul tan precioso y brillante, sólo lo he visto en nuestro mar Mediterráneo. 
No estaba el mar tranquilo, no. Estaba alborotado, y yo diría que con resaca, pero hermoso, y producía en mi ánimo esa sensación de paz que siempre me produce su contemplación. Siempre, desde adolescente la contemplación del mar ha ejercido en mí un bienestar interior, una calma de espíritu, una sensación de que todo está bien. Sé que hay muchas personas que el mar también les produce estos efectos.
Durante mucho rato caminamos por la arena hasta que los músculos empezaron a notar el esfuerzo pues no es lo mismo de trabajoso caminar por terreno firme que por la arena pues en esta, el pie se hunde en ella y los gemelos se tensan para mantener el equilibrio y la verticalidad de las piernas, así que cuando notamos que los gemelos se resentían decidimos seguir la marcha a buen paso por un sendero paralelo a la playa, el cual en toda su longitud disfrutabas de un parque semi salvaje con profusión de plantas silvestres de exuberante colorido y que oportunamente Joaquín nos iba enumerando los nombres de aquellas que no conocíamos.
Seguimos sin desmayo como jabatas hasta las inmediaciones del aeropuerto donde cogimos uno de los varios autobuses que pasan por la zona y volvimos a Barcelona donde nos esperaba la fira de las cireres (cerezas) si, ese fruto redondo y rojo, carnoso y dulce de Sant Boi y Sant Climent.
Según Joaquín, anduvimos 10 km.
A. Del Río. Mayo, 2016

No hay comentarios:

 RECORRIENDO LA VENECIA DEL NORTE, HOLANDA, EN LA MEJOR COMPAÑÍA. El viaje en cuestión ha sido el regalo que por mi cumpleaños me ha hecho l...