LOS HECHOS: Una pelea, una discusión en el patio de un colegio, y un profesor que por este hecho, castiga a un niño de cara a la pared en la clase. Inmediatamente saltan las alarmas: los padres ponen el grito en el cielo y denuncian al profesor por tamaño crimen e informan que, el chico está recibiendo atención psicológica. La Asociación Rosa Sensat declara a los medios al ser preguntada que," no cree que ningún niño tenga que pasar por este trance", y la voz de los "expertos", léase psicólogos, sentencian que esta humillación, este castigo sufrido por el alumno, puede tener consecuencias en el desarrollo del menor.
Y yo pregunto: ¿ Nos hemos vuelto todos locos??
En otra página del diario leo que han detenido a 7 menores por violar a una discapacitada. Tal vez los que se escandalizan con el castigo anterior mencionado, piensen que tanto esta violación, como las descomunales palizas organizadas que inflingen chicos a compañeros escolares, las graban y luego cuelgan en internet, sean ... chiquilladas. Pues NO, no son chiquilladas. Son delitos que apuntan a delitos más graves: Violencia de género: Sandra Palo, Marta del Castillo, Mari Luz, Ruth y José, y a un sinfín de casos más.
Por otra parte nos enteramos por la prensa, que son decenas los padres que cada año denuncian a sus hijos por maltrato , insultos, y sabemos de otros muchos que no los denuncian por miedo y por vergüenza, pero que están viviendo un calvario con ellos.Y nos extraña? ¿Y nos echamos las manos a la cabeza?
Pues esto es lo que estamos consiguiendo de nuestros hijos con nuestra manera equivocada de educarlos .
Los menores necesitan que les enseñemos pautas de lo que está bien y lo que está mal; pautas de respeto hacia los demás. Han de saber que hay líneas que no pueden traspasar porque sus derechos acaban justo donde empiezan los del otro. Si somos incapaces de educarlos en el respeto y en la tolerancia, aceptemos por lo menos que el profesor intente reforzar esa educación que debiera recaer en nosotros, los padres, pero que no estamos preparados para hacerlo. Por eso hay que educar conjuntamente con la escuela, porque la sociedad entera y los padres en particular seguido de los sesudos expertos, hemos perdido el norte de la educación de los pequeños tiranos.
Si educamos a los hijos poniéndole límites y explicamos del por qué de esos límites, los haremos hombres de bien, y el día de mañana sabrán agradecerlo.
Estoy segura que al niño no le van a quedar "secuelas" por este tipo de castigo, ni por un cachete a tiempo, ni por decirle NO las veces que se precisen, y si no, que nos pregunten a los y a las de generaciones anteriores.
A. Del Río. Septiembre, 2012
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