Hace tiempo que desde este blog di un voto de confianza a Zapatero cuando ETA anunciaba una tregua de la violencia. En aquella ocasión ZP. llevado tal vez de su buena fe quiso creerlos y decidió aceptarla y empezar las negociaciones; aquel voto de confianza no obstante,llevaba su coletilla por mi parte : " ojalá no se equivoque, ojalá no tenga que arrepentirse" . Y se equivocó y se arrepintió, porque ETA se pasó el alto el fuego por la entrepierna sin aviso previo y en el momento que le dio la gana . La banda armada utilizó la tregua para reorganizarse , para captar y formar a nuevos adeptos. El cerco sobre ETA se estrechó aún mas con la colaboración del gobierno de Francia , que desde el asesinato del gendarme francés aumentó su colaboración con España. Por otro lado está la izquierda abertzale que no deja de presionar a la banda para que cese la violencia ( sin condenarla públicamente ) por intereses políticos para la formación abertzale. Por uno y otro motivo la banda decide repetir estrategia logística: Anunciando una segunda tregua matan dos pájaros de un tiro. Por una parte suavizan la presión abertzale y por otra disponen de un tiempo para más de lo mismo, reconstituirse, reorganizarse, en una palabra, ganar tiempo, un tiempo que necesitan tanto como respirar. Pero esta vez ya no será como la primera. Ya hemos aprendido la lección y sabemos ( espero que Zapatero también lo sepa ) lo que pueden dar de sí sus treguas y sus buenas intenciones. Ya no cabe negociación alguna. Primero que cesen las extorsiones a los empresarios, que siguen a la orden del día, que cese la kale borroka, que entreguen las armas, que pidan perdón a las víctimas por tanta muerte tan inútil como innecesarias , y luego los que no tengan delito de sangre, que intenten comenzar una vida normal pero NUNCA, NUNCA, sentados en el banco del parlamento ni de ningún ayuntamiento comiendo del erario público, pues si eso ocurriera sería primero, un insulto a la justicia , un ultraje a las víctimas , y por último , una afrenta a la democracia.
A. Del Río. Septiembre 2010
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