LA TORTURA NUNCA SERÁ CULTURA

Cada día que en la Monumental se celebran corridas de toros suelo acercarme para dar mi apoyo presencial al grupo de antitaurinos. El día 25 permanecíamos en nuestro puesto de siempre y como siempre portando nuestras pancartas manifestando de manera civilizada nuestro rechazo a la tortura que dentro de la plaza se lleva a cabo. Al poco de estar allí la acera contraria a la que yo me encontraba se fue llenando de personas partidarias de las corridas y de los correbous. Empiezo a oír insultos "putas, si os hubiésemos pegado la primera vez ahora no estaríais aquí" y otros muchos insultos vejatorios tipificados en el código penal como violencia de género. De pronto, veo a esa concentración humana como una jauría de animales salvajes que sedientos de sangre, llenos los ojos de odio, con las garras a punto de atacar, venir hacia nosotros. La policía y mossos intentan contenerlos y concentran todos sus esfuerzo en protegernos con sus camionetas y sus cuerpos. No sentí miedo. Sentí incredulidad por la barbarie que estaba contemplando. Sentí vergüenza de ellos, y de mí ,por pertenecer a su mismo género, y vi claro en ese momento que algunos individuos necesitan torturar ,ensañarse y matar animales indefensos para sacar fuera la violencia que llevan dentro . Estos individuos necesitan la sangre y el sufrimiento de seres más débiles para demostrar su supremacía sobre ellos. No entenderé nunca que una persona se convierta en un animal salvaje capaz de cualquier atrocidad si le llevas la contraria, si no piensas como él; sólo lo entendería desde la incultura más absoluta, desde el subdesarrollo mental. Los taurinos tenían el mismo derecho que yo a manifestarse, a demostrar públicamente su rechazo a la prohibición; podrían al igual que nosotros haber optado por quedarse en su espacio haciendo una demostración pacífica, pero decidieron invadir dos calles cortando el tráfico (para lo que no tenían permiso) y avalanzarse como una jauría de perros rabiosos contra 18 o 20 animalistas la mayoría de ellas mujeres.Si no llega a ser por la protección policial doy fe de que nos hubieran linchado, (y no me extrañaría que luego se hubieran ido al bar de la esquina a celebrar "su machada")

A. Del Río. Septiembre 2010