sábado, 13 de agosto de 2016

PAULA Y SUS AMIGOS DEL BOSQUE

Paula era una nena de tres años preciosa de  grandes ojos negros, y lucía un cabello castaño, sedoso y largo.Vivía en un bosque cercano al centro del pueblo donde residía. A Paula le gustaba ayudar a su mamá en las tareas de la casa; siempre estaba dispuesta a hacerlo ella todo. Que su mamá Silvia se ponía  a barrer, Paula siempre decía, "mami, yo lo hago", si mamá Silvia limpiaba el polvo,"mama, yo limpio el polvo" Todo, absolutamente todo lo quería hacer ella. Era una nena muy dispuesta, le gustaba hacer las cosas de mayores.
Paula al vivir a las afueras del pueblo tenía pocos amigos de la escuela pero, sí tenía otros muchos amigos: los animales del bosque: tenía a su amigo Tambor, un  conejo gris y blanco grandote y bonachón, a Trueno, un caballo marrón que corría  veloz como el viento; la mofeta Matilda; el esquirol Roger y sus tres hermanos :Xiscu, jordi y Candela, un joven y pequeño ciervo al que llamaba Lunares.
Cada mañana su papá Joan la llevaba  al colegio del pueblo acompañados de todos sus amigos del bosque. A veces si Paula se cansaba su papá la subía a lomos de Trueno, y cada tarde a las cinco ya estaban  otra vez en la puerta esperándola  con mamá Silvia y todos juntos volvían a casa, merendaban lo que mamá había preparado y jugaban hasta la hora del baño de Paula.
Un día mientras iban caminando hacia el colegio papá Joan le dijo: Hoy mamá te irá a buscar un poco más tarde porque antes de recogerte tiene  que hacer un recado pero, no te preocupes, te quedas en el colegio hasta que mamá vaya a por ti; yo hablaré con la señorita para que cuide de ti hasta que venga mamá pero, no te muevas del colegio hasta que mamá llegue.¿ me has oído?--Sí, papá,-- respondió Paula.
-Y vosotros, dijo papá mirando a Tambor, no es necesario que la vayáis a buscar a las cinco, id un poco más tarde para que no tengáis que esperar tanto rato.
Llegados al colegio papá Joan le dio un beso a Paula y todos sus amiguitos le desearon un buen día de escuela.
Cuando llegó la hora de salida del colegio y Paula vio que todos los niños y niñas se iban , entonces ella cogió su mochila y se encaminó a la puerta.
-Paula, a dónde vas?- dijo la maestra- Tú no puedes salir hasta que no venga tu mamá, vuelve a la clase.
-No, señorita, yo sé ir sola a casa, no necesito a mi mamá ( ya hemos dicho que a Paula le gustaba hacerlo todo ella y creía que también podía irse sola)
-No paula, además de que el camino es largo, tú no lo conoces, te perderías- le dijo la maestra.
-No me perderé, yo sé ir sola, ya soy grande -le respondió Paula-
-No Paula, no eres grande, eres pequeña, vuelve a la clase- dijo la maestra ya enfadada.
Paula se fue a la clase a regañadientes pero en un descuido de la maestra salió por la puerta y se echó a correr hacia el bosque.
Cuando llegó su mamá a recogerla, la maestra fue a la clase a avisar a Paula de que ya se podía ir, pero... no estaba. La buscó por todo el colegio pero Paula no aparecía. La mamá  se desesperó llorando porque no sabía dónde estaría su niñita. La maestra pensó que tal vez se habría escapado y así se lo dijo a la mamá, que aún se preocupó más pensando que su niña andaba sola por el bosque con lo peligroso que era. Entonces Tambor dijo: No te preocupes mamá, nosotros la buscaremos, y dirigiéndose a los demás animales les dijo: Nos vamos a separar y que cada uno vaya por un camino diferente del bosque y el que encuentre a Paula que avise con un silbido, gruñido, o relincho, pero que avise. Y dicho y hecho, cada animal se fue por distintas zonas del bosque.
¡¡Paulaaa,donde estáaaaasss!! gritaban mientras la buscaban. ¡Paulaaaa!! pero nadie contestaba. Paula no aparecía.
Trueno el caballo había cogido un sendero estrecho, lleno de maleza y con grandes y altos árboles. Iba mirando todos los rincones del bosque al tiempo que la llamaba, pero nada, no la encontraba. Siguió caminando hasta que a lo lejos le pareció ver un bulto en el suelo cerca de un gran árbol. Se acercó despacio y cuando ya estaba cerca se dio cuenta de que era Paula que estaba sentada  y dormida apoyada en el tronco de un árbol. Se acercó para cogerla y sentarla en su lomo pero, un ruido extraño le hizo pararse; era como un silbido muy leve, como si alguien pronunciara la letra S de forma prolongada, algo así como ssssssssssssssssssss, pero por mucho que miró a todos lados no vio a nadie que pudiera hacer ese ruido, hasta que miró hacia arriba, y vio que encima de una alta y gruesa rama había una gran serpiente de cabeza triangular gorda y larga.
-Ah, le dijo Trueno, eres tú quien hace ese ruido? pues ya puedes cerrar la boca, que vas a despertar a Paula. Ahora la cogeré, la subiré a mi lomo y me la llevaré a su casa. 
- sssssssss, eso te crees tú, --dijo la serpiente- Paula ahora es mía, está en mi árbol, y no duerme, es que yo la he hipnotizado con el poder de mis ojos; ahora me pertenece y no te la vas a llevar.
 - Y seguro que me lo vas a impedir tú, ¿a que sí? -le contestó Trueno .-ssssssssssssí, exacto, yo te lo voy a impedir .
-  Entérate, serpiente estúpida, -dijo el caballo- no voy a consentir que le hagas daño a mi niña y quieras o no quieras, me la voy a llevar, y no se te ocurra tocarle ni un pelo.
- Sssssss Lo veremos, lo veremos.
Y diciendo esto la serpiente fue bajando del árbol deslizándose sinuosa  por el tronco con la idea de quedar frente al caballo e hipnotizarlo también a él.
Ssssssss silbó la serpiente alargando el cuello cuando estuvo a la altura de Trueno; y en ese momento el caballo se volvió de espaldas y con sus patas traseras le arreó una patada a la cabeza de la confiada serpiente, tan fuerte, tan fuerte, que la envió a Fernando Poo. Inmediatamente Trueno cogió a Paula la subió a su cuello y la despertó.
- Señorita Paula, -le dijo enfadado - te has portado muy, pero que muy mal. Agárrate fuerte a mi cuello que tenemos que avisar a los demás que te están buscando y, no, no llores, sabes que tenemos motivos para reñirte y estar enfadados contigo.
Y diciendo esto se puso a trotar y a relinchar para que los demás supieran que su amiguita había sido encontrada.
En un claro del bosque se encontraron todos los amigos.
-Paula, -dijo Tambor- Nos has hecho padecer, por favor no lo vuelvas a hacer, pues nos has tenido muy preocupados.
- Te lo prometo Tambor, os lo prometo a todos.
Paula se dio cuenta de que a Lunares le rodaban las lágrimas por la cara, y sintió mucha pena.
_Bien, dijo Tambor:  Ahora vamos a casa que mamá Silvia ya sabe que la hemos encontrado, la mofeta Matilde ha ido a darle aviso.
Cuando llegaron a casa, Silvia la mamá de Paula salió corriendo a bajarla de Trueno y después de abrazarla y mirarla por todos lados por si se había hecho daño le dijo: Reina, no sabes cómo me has hecho sufrir. Tú te crees mayor pero eres pequeña y no puedes andar sola, y el bosque es peligroso pues hay animales buenos y animales no tan buenos; prométeme que nunca más lo volverás hacer.
-Te lo prometo mamita, nunca más me iré del colegio sin ti, o sin papá.
Bueno, dijo mamá Silvia, como es la hora de la merienda supongo que tendréis hambre , y sacó una bandeja con todo tipo de frutas ricas, y yogures, y cada uno cogió y comió tanta fruta como quiso y luego estuvieron jugando hasta que se hizo la hora de la ducha de Paula.
-Chicos, tenéis que ir despidiéndose, se hace tarde y mañana hay que madrugar para ir al colegio- dijo mamá Silvia.- hala, desearos todos buenas noches, que durmáis todos bien y hasta mañana.
_ Buenas noches mamá Silvia, buenas noches Paula hasta mañana que vendremos como siempre para acompañarte al cole, dijo Tambor.
-Buenas noches Tambor, buenas noches Trueno, Matilda, Lunares, Roger, Xiscu, Candela, buenas noches Jordi. 
-Trueno se acercó a la niña y bajó la cabeza hasta estar a su altura y entonces Paula le dio un beso en la frente.
- Gracias a todos, dijo Paula mientras con las dos manos les mandaba besos.
Esa noche Paula, su mamá y Joan su papá durmieron tranquilos y tuvieron sueños felices.
Paula aprendió la lección y nunca, nunca más se adentró sola en el bosque, ni nunca hizo nada sin permiso de sus papás.
Cada vez que Trueno le explicaba  a Paula cómo mandó a la serpiente a Fernando Poo de la patada que le dio, la niña se partía de risa, pues el nombre de Fernando Poo le resultaba muy gracioso, y le pedía que se lo volviera a explicar y los dos reían felices.
Pasó el tiempo y Paula se hizo mayor pero nunca  se olvidó de aquella historia que un día y otro y otro le pedía a su tata Sensi que se lo explicara a la hora de dormir la siesta, y cuando ella tuvo sus propios hijos no hubo día que no les explicara aquel cuento que un día su tata escribiera para ella.

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