domingo, 1 de noviembre de 2015

CASTAÑADA , CULTURETA Y UNA QUEIMADA FRUSTRADA.

Treinta y uno de Octubre, fiesta nocturna lúdica, ancestral. Noche de meigas, castañas, moniatos, panellets y queimada, y cómo no, también un pellizco de cultura recordando los versos de Zorrilla de su Juan Tenorio, como la fiesta y el día requería.
Las Mandrágoras, un grupo de mujeres amigas, reunidas para disfrutar de la celebración, pero esta vez sería diferente porque faltaba una del grupo y su ausencia se notó pues la encontramos a faltar, y porque este año teníamos a un nuevo invitado a la velada, un amigo y compañero de trabajo: Edmundo; sí, Edmundo, pero no el Edmundo de otra historia ficticia de este blog, no, este Edmundo es real, de carne y hueso, un señor en toda la extensión de la palabra, divertido, locuaz y educado, que aportó mucho al buen desarrollo de la celebración. Fue una cena divertida y opípara.
Después de la cena M.Jesús se caracterizó de D. Juan y Sensi de la monja doña Inés. Bueno en honor a la verdad Inés más que caracterizada de monja parecía estar disfrazada de fantasma, toda de blanco, sin asomo alguno de toca, toda blanca, como un sudario. En fin, una no es perfecta; sin embargo D.Juan estaba clavado : Botas, bigote negro y bien recortado, capa, espada y sombreo de ala ancha al que no le faltaba ni la pluma; y todo llevado con gracia y porte. El fragmento poético elegido fue aquel que es más conocido, aquel en el que Inés acaba declamando dramáticamente rendida de amor..:¡Don Juan! ¡Don Juan!, yo lo imploro de tu hidalga compasión: O arráncame el corazón, o ámame, porque te adoro!!!!
Y después de la escenificación, llegaba el momento de las meigas: una queimada con orujo como se hace en Galicia, tierra de meigas donde las haya, y aunque yo no creo en ellas, haberlas, haylas. Para ello se preparó el recipiente de barro, los granos de café, la monda de los limones, el azúcar  y la canela en rama (opcional), y lo más importante: el conjuro, en gallego y en castellano. Se enciende la cerilla, se pone en contacto con el orujo y la llama se apaga; se vuelve a intentar y nuevamente falla.Todo el grupo intenta que la llama prenda en el alcohol que supuestamente debería tener el orujo, nada, no hay manera, y cansadas de intentarlo, incluido Edmundo, se opta, con cierta frustración, de renunciar a la queimada previo acuerdo de llevar el orujo al comercio donde fue comprado para que le pongan un marco. El resto de la velada se dedicó a la comunicación, a planear viajes a los que Edmundo se apuntó también, a volver hacer la queimada en fechas próximas y, la promesa de que el año próximo la interpretación de la obra de Zorrilla por las dos Mandrágoras, no la superará ni la insigne María Guerrero.
 A una hora prudente las mandrágoras y Edmundo se despidieron deseándose dulces y bonitos momentos oníricos en los fuertes brazos de Morfeo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

ya va pasando Noviembre. Este mes en las antiguas culturas celtas significaba la entrada del nuevo año y de hay el transito en el encuentro de lo que esta en los desconocido y lo que esta por venir. Q las almas en el otro lado estan ... seguro. Q en nuestra cultura materialista y científica "la ciencia actual dice que aquello que no comprueba con el método científico no existe?" como.... poco a poco la ciencia misma desmonta este argumento... hay esta la cuántica...pero en fin puesto que volveremos mil veces a esta vida iremos viendo....yo creo que si hay que honorar a los difuntos.. porque de hay venimos y hay iremos inexorablemente... así que la celebración de esa noche especial estuvo tejido alrededor del aquí y el allá.. sutilmente.
Don Juan a la postre solo tiene miedo al mas allá, porque su disipada vida sabe que le pedirá un precio... así en la penumbra de la noche se tejió la comida, la bebida, la imaginación, la tristeza y la alegría, nuestra fiesta de otoño, tiempo de silencio, de amarillas hojas y cielos luminosos pero tenues esta aquí , y la tierra volverá a guardar su energía para poder dar frutos en primavera. Bienvenido hermoso otoño

Ascensión del Río Martín dijo...

Qué poética semblanza sobre la vida y la muerte. Alegóricamente hablando también las estaciones reflejan los períodos de vida tanto del ser humano como los de cualquier otro ser vivo. El espacio/tiempo es tan relativo que precisamente ahí radica su importancia, una importancia que apenas se la concedemos y, a mi entender eso es un gran fallo.
Saludos, Anónimo.

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