Yo por norma y en primera instancia suelo creer en las personas pero de unos años para atrás se me hace, vive Dios, harto difícil viendo cómo va desapareciendo la honestidad de las gentes, cómo la honradez cada vez se aleja más y más de aquellas personas que para desgracia nuestra, nuestras vidas, nuestra economía o nuestro bienestar hemos puesto en sus manos; la honradez se aleja para dejar paso al latrocinio, a la prevaricación, a la mentira, al engaño, al chantaje, o lo que es igual: a la corrupción en todas sus formas y modalidades. Pero hete aquí que un letrado, un juez de una pequeña población llamada Nules ha gritado:¡¡ socorro, ayuda!!; y con este grito ha descorrido una cortina por la que tímidamente intenta asomarse un débil rayo de sol que muchos esperamos que alumbre la oscuridad que reina en las dependencias de la Justicia de este país.Jacobo Pin, que así se llama el magistrado, es el OCTAVO juez que lleva el caso de Carlos Frabra, ex presidente de la Diputación de Castellón,un entramado de corrupción, que me suena tanto tanto al caso Gürtel.... y ha pedido amparo a la justicia porque recibe presiones de la Sección 1ª de la Audiencia Provincial de Castellón para que dé por sobreseído el caso de corrupción en el que está implicado, además de Fabra y su esposa, otros dos sujetos y la esposa de uno de ellos. El juez alega en su demanda de ayuda que:
"intentan imponerme una decisión que me corresponde a mí como Juez Instructor".
Ya es vergonzoso que un juez pida amparo contra sus propios compañeros para poder hacer su trabajo con independencia y sin presiones, pero también es más vergonzoso si cabe, que la justicia esté controlada y la impartan los partidos políticos sean del signo que sean.
Después de saber estos hechos serán muchos los ciudadanos que entiendan la absolución de Camps y otros muchos personajes de la política o vinculados a ella, entenderán mejor casos como el de Millet,y el por qué no se tiró de la manta con el 3% de Maragall, y verá de forma clarísima la mano negra que condenó a Garzón.
Nos queda por ver si la justicia va a estar a la altura que le corresponde para permitir que el juez Pin pueda hacer su trabajo sin interferencias de ideologías partidistas. Si investigará quienes están detrás de esta red de extorsiones a la justicia. Somos muchos los que queremos saber por qué es el octavo juez que lleva el caso, si es que también recibieron presiones y se callaron y decidieron dejarlo por falta de valentía y por no perder amistades poderosas.
Está claro que el juez Pin se ha puesto en el punto de mira del entramado corrupto de la justicia; ya veremos si a partir de ahora alguien se dedica a buscarle trapos sucios para desacreditarlo por venganza, y acaba como Garzón.
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