domingo, 27 de mayo de 2012

¡¡¡¡¡¡¡¡AY, MI GRANÁ DE MI ALMA!!!!!!!!!!




Siempre he tenido, predilección por dos de los doce meses que componen el año. El primero, Mayo, me parece un mes exuberante. Es el mes en que la naturaleza hace un alarde de verdor y color despertando del letargo del crudo invierno; un mes en que el viento helado deja paso a la primavera, y una multitud de flores se abren ansiosas por recibir los rayos de ese sol que aún no abrasa.
El segundo, Septiembre, donde el verdor de los bosques se trueca en una sinfonía de toda la gama de ocres, donde la canícula de Julio y Agosto afloja su intensidad y sus tardes invitan a paseos románticos y bucólicos, a sentarte a mirar el horizonte tal vez para pensar en aquella persona que ha compartido tus ya pasadas vacaciones, o simplemente para saborear las distintas emociones que te produce la contemplación de la naturaleza que te rodea. Son pues, Mayo y Septiembre mis meses favoritos y por ello he elegido  Mayo para pasar unos días en Granada.Y cuando llegué y la contemplé, no pude hacer otra cosa que emular a Doña Paca, mi augusta madre, cuando decía  ¡¡"ay, mi Graná de mi alma" !! Y es que  Granada en este mes de Mayo está tan repleta de flores, de parques florales y alamedas umbrosas y perfumadas, que a los pies les crecen alas para recorrerlas olvidándote de las horas. Paseando sus calles me he acordado de tí, Teresa, porque he descubierto que Granada está poblada del árbol cuyas hojas te encantaban: el Gingo biloba. 
Esta vez además de volver a los paisajes de mi niñez, he querido perderme por el casco más antiguo y no me refiero al Albayzín, Sacromonte o la Alhambra. No, me refiero a una zona del corazón y centro de la ciudad que aún conserva el entramado de calles estrechas y sinuosas, compartiendo el espacio con otras anchas y modernas, con plazas recoletas y el murmullo de sus fuentes, y en una de ellas me he tropezado sin pretenderlo con la emisora EAJ16 radio Granada donde a la edad de 18 años amenicé con mi voz(jaja) uno de sus  programas, hasta que mi sra. madre harta de tener que acompañarme ejerciendo de angel de la guarda, cortó mis aspiraciones de cantante, con un rotundo: se acabó el cante, niña, y lo que decía doña Paca iba a Misa, y en un santiamén me quedé sin las clases del maestro Nobis, que por cierto eran gratuitas pues corrían a cargo de la emisora, y tuve que decir  adiós a los  gorgoritos.
Otro de los edificios con que me encontré, aunque a este sí lo iba buscando, fué el colegio-convento de las Damas Apostólicas, el primer colegio donde trabajó doña Paca y donde pasábamos  mis hermanas y yo la mayor parte del día hasta que entré interna en el colegio de La Asunción, este sí, en el Albaycín; hoy, ambos dos, son casas particulares y las monjas desperdigadas por los pueblos granadinos.
Volví a pasear por los jardines de la alhambra, donde fuí arrullada por el rumor incesante del agua y el trinar de los pájaros, y donde encontré más que motivos para disfrutar de la vista, el oído y el olfato. Entablé conversación con un joven jardinero que talaba árboles de mediana altura en uno de los paseos que rodean una de las murallas; al manifestarle mi extrañeza y mi desaprobación por la pérdida de la arboleda me contó que los árboles de más altura se iban a respetar pero los pequeños no dejaban ver las murallas y por supuesto le daban prioridad a estas. A su lado, sin miedo alguno, un petirrojo seguía las evoluciones de su azada, y es que por lo visto, el jardinero al remover la tierra dejaba al descubierto insectos y gusanos que el pajarillo comía con deleite. En realidad fue una conversación interesante ya que me dió toda una clase de jardinería incluida la poda. Casi nada, y gratuita. 
 También he acudido al auditorio de M. de Falla situado en el corazón de la Alhambra, a un concierto de la Orquesta Sinfónica de Odense, una de las más prestigiosas orquestas de Dinamarca, con Tedi Papavrami como violinista solista, un virtuoso que no toca el violín, lo acaricia, logrando una comunión íntima entre él y el instrumento y logrando con ello que el espectador de rienda suelta a las emociones a través del llanto silencioso. Fue el regalo de cumpleaños con que me obsequió Muriel, mi única y preferida  hija. 
Aunque la ciudad es esplendorosa, no se pueden obviar las carencias que sufre Granada, unas carencias que ya son endémicas y que no tiene trazas de arreglo posible como por ejemplo la comunicación con las demás ciudades andaluzas a través del ferrocarril. Que yo sepa, cuando esto escribo, sólo hay línea directa con Sevilla y tal vez Málaga, no estoy muy segura, para las demás hay que hacer transbordo. El AVE por ejemplo pasa y para en Antequera, que es un pueblo de Málaga, y sin embargo no pasa por Granada, recibiendo esta muchísimo más turismo que Antequera. Su aeropuerto( el de Granada) tiene una actividad incesante. Sólo de Barcelona tiene 4 vuelos diarios y mientras esperaba la hora de mi embarque pude contar 3 a Madrid, dos a París, 3 a Canarias, y en fin, dos paneles repletos de llegadas y salidas a diferentes partes de España y del resto del mundo. Pues este es un aeropuerto sencillo, de una sola planta, sin pasillos ni escaleras y que debió costar cuatro duros, no como otros cuantos que nos  han costado un riñón y ahí están, contemplando el paisaje esperando unos pasajeros que nunca llegaron. Parece ser que hay una propuesta de los socialista andaluces de crear una línea de autobuses que vaya de Granada a Antequera para poder enlazar con el AVE. ¡¡Increíble!!! A saber qué oscuros intereses se esconden tras esta medida!!!
Este olvido sistemático que los diferentes gobiernos han ejercido con Granada, y otros muchos temas, los he comentado con granadinos conocidos y hasta con un taxista. Y sí, reconocen que están abandonados en muchos aspectos por sus gobernantes (los de Sevilla, sí los que viven en el palacio de San Telmo) y que sus políticos también son mañosos en la práctica de la corrupción, y que a pesar de ello vuelven a votar a los mismos, y se encogen de hombros cuando dicen: "pero es lo que hay, es lo que tenemos". y al decirles yo que por qué no se quejan, por qué no hacen algo, vuelven a encoger los hombros y ..."qué vamos hacer, otros que vengan harán igual". Esta resignación casi mística, la conozco muy bien: mi madre la practicó todos los años de su vida y con tanto ahínco, que no le permitió evolucionar, ni perseguir sus sueños. Ella decía aquello de "el señor sabe muy bien lo que hace y si no me lo da, será por algo. Bendito sea su santo nombre". Mejor conformismo, imposible. ¡¡Cuánto daño puede hacer una religión mal entendida!!!
 A. Del Río Mayo. 2012

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