jueves, 11 de marzo de 2010

DISCREPO:LUEGO EXISTO


Hace unos días estando en ese lugar tan íntimo y que nadie puede entrar por ti y que se presta a las elucubraciones más peregrinas, elucubraba yo sobre esta mi manía , más bien necesidad, de dar siempre mi parecer de las cosas , de airear mi punto de vista ( mis amigas de muchos años dirían más bien mi manía de discrepar, polemizar, y por esa razón hace años me bautizaron con el sobrenombre de "barricadas ". Yo creo que es algo más profundo . Gente que me conoce y tal vez porque me quieren mucho, dicen que tengo un carácter más bien dulce y paciente. quizás tengan razón, pero me crezco , me enervo, se me llevan los demonios, ante una injusticia , una irresponsabilidad, o un trabajo descuidado o mal hecho y más si por ello recibes una retribución económica, y me da lo mismo que estos sujetos sean compañeros de trabajo, políticos o amigos. No puede callarme ante la falta de ética, la mala educación, la corrupción de muchos políticos. Ese día al que me he referido, haciendo una introspección de mí misma, llegué a la conclusión de que la causa podría estar en mi infancia, en el tipo de educación que recibí. Me explico: Tanto mi infancia como mi adolescencia estuvo rodeada de monjas, de mordazas del pensamiento y del verbo , de ocultación de la realidad de lo que acontecía a las personas en su día a día fuera de los muros protectores del colegio. Fueron diez años de ausencia del pensamiento autónomo y del libre albedrío. Fueron largos años de repetición de los mismos sermones aleccionadores sobre la imposibilidad de desear otra cosa que la que tenías; Dios te había colocado en la escala en que estabas y tu deber era resignarte y trabajar duro para merecer después el cielo. Aprendí bien la lección en cuanto a no desear algo que no estuviera a mi alcance, jamás a mi madre le pedí alguna cosa que ella no me pudiese dar , y eran tantas, tantas..., de aceptar como la cosa más natural del mundo que otros decidieran por ti , que te dijeran lo que debías hacer y decir en todo momento.... Cuando a pesar mio dejé el colegio por imposición de mi madre a los 17 años, y me enteré de cómo se hacían los niños, subí al colegio y a la hermana que me tenía más cariño ( no se por qué fuí su preferida ) le monté un pollo de reproches por sus engaños, y ella alarmada me pidió que bajara la voz y que ya me lo explicaría. Y la explicación llegó, pero el daño ya estaba hecho , me había sentido como una ignorante delante de mis compañeras de trabajo. Salí del colegio sin práctica alguna para pensar por mí misma ni para tomar decisiones, pues como digo fueron largos años con una cinta de goma elástica cercando mi cerebro para contener las ideas que pugnaban por escapar de su encierro, pero aquella estrategia educacional no tuvo en cuenta una cosa: mi amor exacerbado por la lectura. Mi primer encuentro con el abecedario fué a los 8 años, pero antes de eso, yo recogía cualquier hoja de periódico que encontraba por la calle y me inventaba su escritura; recuerdo que siempre eran cuentos y que siempre empezaban igual: " por un caminito...." y seguramente que muchas veces las letras del diario estarían al revés. Cuando descubrí y aprendí a reconocer las letras, pude darme cuanta de la importancia y del enorme poder de la escritura y según contaban esas monjas y mi hermana , me convertí en una devoradora de cartillas de lectura y aún hoy todavía recuerdo muchos de los renglones de aquellos primeros cuadernos en que se enlazaban las letras; mis recuerdos son de un enorme afán por conocer las historias que de verdad contaban los libros, no aquellas historias que yo inventaba y que sabía muy bien que no eran historias " de verdad ". Las monjas decían que Dios me había dado a mi todos los dones, ( dicen que tenía una hermosa voz que me permitía cantar los solos del coro ) pero no tenían razón, no es que yo fuese más inteligente que las demás, es que mi cerebro por mi edad, 8 años, ya estaba muy desarrollado y a eso se unía mi extraña manía por saber... Conforme iba adquiriendo conocimiento a través de los libros que nos permitían leer y otros no permitidos y que leía a escondidas, y que luego de mayor amplié enormemente los autores, fuí dándome cuenta de muchas cosas y a pesar de que no tenía autonomía de pensamiento ni en el tiempo del colegio ni luego con mi madre, ( que esto es tema para una novela) hubo algo que se desarrolló en mí sin yo darme cuenta, y era mi discrepancia ante lo que aludo más arriba, mi oposición a cualquier injusticia saliera el sol por Antequera.. Es realmente una necesidad para mí, defender mi punto de vista de las cosas, de los actos o actuaciones de las personas , instituciones u organismos. A veces con mi denuncia, he conseguido solucionar o mitigar aquel problema que me han planteado pero la mayoría de las veces no solo no se me ha hecho caso sino que seguramente al ver mi escrito más de uno habrá pensado " otra vez esta pesada " o como mis compañeras, que aunque de forma cariñosa -quiero pensar - me motejaron BARRICADAS, pero es que no puedo remediarlo, necesito dar mi parecer, defender mi postura, mi punto de vista, mis ideas , que durante tanto tiempo estuvieron constreñidas y sin poder utilizarlas por falta de práctica, por eso creo que esta necesidad de escribir para defender aquello que creo , puede venir dada, por desquitarme inconscientemente de todo aquel período oscuro de mi adolescencia en el que se me prohibió tajantemente ser yo misma. Tambien es posible que equivocara mi vocación y en vez de enfermera tal vez debería haber sido periodista , pero no lo creo por que mi profesión ha sido una parte importante de mi vida y me ha proporcionado muchas satisfacciones a lo largo de mi vida laboral. A sí es que, como no puedo hacer otra cosa, seguiré discrepando, condenando la corrupción en la política, y tirándome al ruedo dialéctico las veces que sean necesarias. ¡¡¡ Uf,.. Hay que ver lo que puede dar de sí 5 minutos en la taza de un retrete y el pastón que ésta me ha ahorrado en psicólogos !!!!
Ascensión del Río. 11/3/2010

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