domingo, 30 de agosto de 2009


LAS OTRAS ENFERMEDADES: LAS DEL ALMA



Era un atardecer apacible la de aquel 9 de Septiembre a hora en que el astro sol decidía retirarse; el lugar, un mercado de Barcelona, el de Hostafrancs.Un tumulto de gente en el lateral de una de sus puertas, me impedía verla. Me acerqué por si necesitaban la ayuda de una enfermera . Como pude, me abrí paso entre el corrillo que formaba la gente, y entonces la ví. Sentada en el suelo había una mujer joven, de entre treintaicinco ó cuarenta años, muy guapa. No hablaba , mantenía los ojos cerrados. Un Sr. le aconsejó que se estirara en el suelo, que estaría más cómoda; ella sin decir nada se acurrucó en el suelo encogida, casi en posición fetal. Iba muy bien vestida, con gusto y estilo, el bolso, debajo de la cabeza y en una de sus manos sostenía un pequeñísimo teléfono móvil. Alguna mala noticia,pensé . Me agaché hasta ponerme a su altura y me dí cuenta que lloraba. Las lágrimas corrian por sus mejillas sin un gesto, silenciosamente, eran la única prueba de que estaba viva. Con toda la ternura de que fui capaz , rocé mi mano con su cara al tiempo que le preguntaba:Sra. ¿ qué tiene? ‘’pena ‘’, me contestó muy quedo y sin abrir los ojos. ¿ le duele algo ¿ insistí.Movió la cabeza de un lado a otro. Venga conmigo, nos sentaremos en un banco , estará más cómoda. Levantó su cara hacia mí y pude ver unos ojos muy bellos enrojecidos por el llanto, vacíos, sin asomo de qualquier sentimiento,ausentes . Le ayudé a levantarse y nos sentamos en un banco del lugar.¿quiere que llame a algún familiar? Otra vez dijo nó con la cabeza. ¿tiene dónde ir ¿ Sí,me contestó de la misma manera, ¿quiere que avise a su madre? Entonces volvió a mirarme sin verme,como si su mirada pasara a través de mí, pero no contestó.¿ha tomado algún tranquilizante? No hubo respuesta. Le repetí la pregunta y esta vez me miró tristemente durante un rato y dijo:’’sí, lo siento, lo siento mucho ‘’. Despué deslizó su mano por mi mejilla y añadió ‘’gracias, muchas gracias, estoy bien, no se preocupe por mí ‘’. En su mirada ví una soledad y tristeza infinita. Abrió su bolso, extrajo encendedor y tabaco, encendió un pitillo que chupó con distracción. Con su mano libre cogió una de las mías, se levantó y la fue soltando poco a poco , como si le costara un gran esfuerzo perder ese calor humano y con paso elegante, se perdió entre la gente.
Nuca sabré su nombre ni la pena que le atormentaba, pero me gustaría que supiera cuánto siento no haber podido ayudarla y que la pena de sus ojos tristes me traspasó el alma

1 comentario:

Puri dijo...

Ostras Ascen ¡¡¡
Todavia estoy sobrecogida. Tienes razón. Hay dolores que no son del cuerpo, son más difíciles de tratar.
Un abrazo.
Puri

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