martes, 2 de febrero de 2016

EL VIEJO ROBLE....

Marzo estaba acabando. Las últimas lluvias caídas ya estaban lejos, y en la colina y en el valle los árboles hacían ostentación de los nuevos y vigorosos brotes  que empezaban a lucir sus nuevas y pequeñas hoja. En la colina todo era calma, todo era sosiego; una calma que solo interrumpía el alborotado canto de la muchas y diversas aves que recibían el buen tiempo con alborozo porque ello significaba abundancia de comida que llevarse al buche.
De pronto, a media mañana, unas chillonas y malhumoradas voces sobrecogieron a todos los habitantes de la colina.
-¡eh,eh,fuera de ahí!, ¿pero qué te has creído? vociferaba un hermoso roble repleto de frondosas ramas, ¡Y tú, y tú también, buscaros otro sitio para crecer!
Sus gritos y quejas iban dirigidos a un grupo de tres pequeños brotes, retoños de castaño de indias cuyas semillas habrían hecho germinar las pasadas lluvias.
- ¡Por favor, Roble, qué más te da, tú eres grande y hermoso, tienes ramas suficientes para poder darnos sombra cuando el calor apriete en verano!
-¡Ni hablar! Os ponéis a mi lado y luego me robaréis todo el agua que yo he ido acumulado durante el invierno, no, fuera, fueraaa!!
Una pareja de verderones que intentaba construir su nido entre las altas ramas del Roble también fueron expulsados de malos modos.
- Qué pretendéis, les dijo, ensuciar mis hermosas ramas con vuestros sucios excrementos?¿ Atronar mis delicados tímpanos con vuestros graznidos? ¡Venga, largaos! y uno tras otro fue echando de su entorno a todo el que pretendiera hacer uso de sus ramas o de su espacio.
Quien así gritaba era un viejo y espectacular roble, gruñón y avaro. Algunos brotes y preciosas plantas habían creído poder echar raíces bajo las ramas protectoras de aquel magnífico y viejo Roble, pero se habían equivocado. Cabizbajos y tristes iniciaron el descenso colina abajo en busca de un lugar donde no molestaran. 
De pronto en el silencio se oyó un ¡Mezquino! ¡Mezquino!, repitió la voz, esta vez tan fuerte que lo oyeron todos los habitantes de aquel bosque, y en la colina durante todo el día se estuvo comentando los malos modos y la poca solidaridad del Roble gruñón.
¡Eres tan mezquino como altas son tus ramas! siguió diciendo la voz que, no era otra que la de una Haya joven todavía, sí, pero que ya era una promesa del espectacular árbol que sería dentro de poco. Mientras veía alejarse a los tres retoños expulsados sin saber dónde ir, nuestro compasivo árbol no paraba de pensar..y pensar.."Yo todavía soy pequeño y no tengo gran ramaje pero algo habrá que yo pueda hacer por ellos, y..¡¡Ya lo tengo, ya está. No puedo darles sombra pero puedo darles agua; utilizaré mis raíces, cavaré pequeños pozos subterráneos donde el agua quedará retenida, y de esta forma podré proporcionarles humedad y frescor durante todo el verano".
_¡Eh, vosotros, gritó. Volved que tengo la solución!!. Los pequeños brotes de Castaño de Indias se pararon en seco e iniciaron el camino de regreso, y con una sonrisa de esperanza en sus delgados y cortos troncos corrían colina arriba.
_ Instalaros a mi alrededor, les dijo cuando los tuvo a su lado, pues hay espacio suficiente para todos; y a grandes rasgos les fue contando su proyecto; un proyecto al que se dedicó con entusiasmo pero también con mucho esfuerzo pero, ¡había valido la pena!
Hoy aquella colina luce espléndida porque la iniciativa de aquel compasivo árbol fue adoptada por todos y cada uno de sus habitantes, incluso por el Roble viejo y gruñón, y desde entonces nunca jamás faltó agua subterránea a sus raíces por muy seco que fuesen los veranos.
Esta historia me fue contada hace mucho tiempo por  un alto y vetusto abedul que fue testigo de aquel hecho.
Moraleja: No siempre da más el que más tiene, ni hace más el que más puede.
Febrero, 2016

1 comentario:

Anónimo dijo...

Qué lindo...queremos más cuentos!

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